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TURISTA EN MI TIERRA: EL POPO Y EL TORSO DESNUDO DE LAS MUJERES DEL SUR DE VERACRUZ

Actualizado: 14 oct 2023

Alma Elena Gutiérrez Leyton*


Cuando vivía en el puerto de Veracruz, nunca se cruzó por mi mente la idea de vacacionar en Minatitlán o Coatzacoalcos.

Solo una vez anduve por el sur de Veracruz.

Como reportera me tocó cubrir la elección de Sebastián Guzmán Cabrera como dirigente del sindicato petrolero, en una asamblea que terminó en balacera y de la que me sacó en vilo José Antonio Montenegro, aquel que fue Rey del Carnaval 2011, pero que en aquella época era fotógrafo de El Universal de Veracruz.

Hacia el sur, mis viajes frecuentes fueron a Tuxtepec.

Entre 1983 y 1984, viajaba diariamente a esa población oaxaqueña, porque el periódico había abierto una sección dedicada a esa pujante región, lo que incluía eventuales recorridos por el que sería el vaso de la Presa Cerro de Oro.

Cada mañana, apenas clareando, pasaba por mí un chofer del periódico. Llegábamos a Tuxtepex alrededor de las nueve de la mañana y, tras mi jornada reporteril, volvíamos directo a la redacción de Zaragoza entre Arista y Serdán, para escribir mis notas sobre la cotidianeidad tuxtepense.

Eran las épocas del periodismo A. de C. (antes de la computadora) y antes de Internet.

Había que escribir en la tarde para el matutino. No había tiempo real, ni avances para el portal, y mucho menos, transmisión en vivo. Eran las épocas del periodismo romántico, de la Olivetti negra con tapa blanca y de los correctores de estilo con marcador rojo, como don Augusto M. González -adorado maestro de quien tanto aprendí- o Darío Trejo, quien ente enojos y regaños, trataba de enseñarnos cómo escribir bien.

[Ahora que debo corregir los textos de mis alumnos -sobre todo los de pregrado- comprendo su frustración por nuestra incipiente competencia de escritura].

Tan cerca que tenía a Mina, Jáltipan y Coatza -como dicen abreviadamente los jarochos- pero nunca me di el tiempo para conocerlos.

Ahora que vivo a más de mil doscientos kilómetros de distancia, vine directito y exprofeso a Jáltipan y lo disfruté mucho.

El popo, tan rico que no le pide nada a un Smooty

Debí tomarle foto, pero estaba disfrutándolo; tratando de encontrarle los sabores.

Mi nueva amiga, Maricela Alvarado Abad, me compartió el único tazón que le dieron en la fiesta de inauguración del Centro de Documentación del Son Jarocho. Aquello era una multitud. No cabía ni un alfiler, y ella se las ingenió para traerme el vaso de popo.

Antes, en uno de los puestos de artesanías que se montaron, vi las jícaras cortadas por la mitad. Inmediatamente las usé como percuciones; una contra la otra y me fascinó el sonido, muy parecido al de los cocos partidos (sin pulpa ni corteza).

La mirada escrutadora de la encargada del puesto me hizo enteder que ese no era su uso.

"Son jícaras que se usan para tomar el popo", me explicó.

Como sea, me compré media docena para mis experimentos de terapias sonoras con niños y adultos mayores.

Por eso cuando Maricela me ofreció el popo, no me sorprendió el nombre, que tiene origen náhuatl, popocti ([cosa] «que humea» o «que espuma»).

Del popo me fascinó todo: su sabor a cacao y ese toque a canela o a alguna especie, pero lo que me sorprendió fue que es prácticamente una espuma con cuerpo, que se elabora sin ningún equipo electrodoméstico, sino con alguna pajilla o bejuco. No le pide nada a un smooty de esos del café de la sirena.


El hotel Posada Sicaru y la comida de María Elena Esquivel Valencia

Desde que decidí asistir al evento del CDSJ pregunté sobre las opciones que tenía para hospedarme, y los organizadores me recomendaron el Hotel Posada Sicaru.

¡Qué bueno que atendi la recomendacion, porque conforme se acercaba la fecha del evento, se volvió imposible conseguir alojamiento.

Hospedarme en Sicaru fue toda una experiencia, no solo porque en el mismo lugar en el que pernoctó Natalia Lafoyrcade, sino porque su anfitriona y propietaria, Teresita de Jesús Salomón Vasquez convirtió cada charla, en un viaje por la historia y las tradiciones de Jáltipan. Además de haberme presentado a María Elena Esquivel Valencia, una mujer que debería recibir un premio por su cocina. ¡Qué bueno que solo fui por dos días! porque si me quedo más tiempo, me hubiera traído puesta toda la gastronomía sureña.


El torso desnudo de las mujeres en el sur de Veracruz

En esta región, hasta hace relativamente poco tiempo, las mujeres vestían solo una falda que enredaban alrededor y ceñían con un refajo. Actualmente, se cubren con una blusa blanca, con la misa falda.

De acuerdo con la Asociación Historiográfica de Coatzacoalco (sic):

"Los colores del refajo señalaban el estatus social, las doncellas usaban refajos de colores que podían ser de rayas horizontales amarillas y rojas, solo las casadas usan el color rojo, el refajo que usaban las abuelas era de color negro o azul en los dos casos con rayas horizontales blancas".

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Foto tomada de la página de FB de la Asociación Historiográfica de Coatzacoalco, A. C.


En esta obra, el pintor mexicano Miguel Covarrubias (1940), documenta cómo "las mujeres solían usar para realizar sus labores diarias una refaja de manta comercial y que por lo regular andaban desnudas hasta la cintura, al salir se tapaban los hombros con un paño blanco, rosa o lavanda para protegerse del sol. Para las fiestas del pueblo se ponían blusas sin mangas con cuellos de punto, además de que cambiaban el refajo de manta por uno de color" (foto y texto tomados de la página de FB de la Asociación Historiográfica de Coatzacoalco A. C.) .

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En la foto siguiente aparece Eraclio Zepeda, durante sus años mozos, cuando era estudiente de Antropología en la Universidad Veracruzana, mientras entrevistaba a una mujer nativa de Cosoleacaque. De acuerdo con Florentino Cruz Martínez, Cronista de Cosoleacaque, Zepeda se encontraba en esa zona porque iba en una misión académica para recoger una estela en la comunidad popoluca de Piedra Labrada, que debería trasladar al Museo de Antropología de Xalapa.

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Foto tomada de Revista Identidad-es (https://idenidades.wordpress.com/tag/cosoleacaque/)


Otro viaje para conocer más

Así como tengo pendiente regresar a Campeche para documentar el proceso de elaboración de los sombreros de jipi japa en las cuevas por mujeres de los puebos originarios, así me queda pendiente regresar a la zona sur del estado de Veracruz para conocer más y disfrrutar de sus tesoros.


*Alma Elena Gutiérrez Leyton es doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM (2004, mención honorífica). Es investigadora nacional nivel 1 (SNI/CONACYT). Actualmente es profesora investigadora de tiempo completo en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Es formadora de periodistas e investigadores y divulgadora cultural y científica. Estudia música en la Facultad de Música de la UANL.



Referencias



Cruz Martínez, Florentino. (2014). Identidad-es. Revista de Cultura y Análisis. https://idenidades.wordpress.com/2014/10/17/cosoleacaque-vencio-a-los-invasores/


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